En 1848, sólo nueve años después de que Françoise Aragó presentara la fotografía (Daguerrotipo) al mundo en la Academia de las Ciencias y Artes de París, en una comisaría de Birmingham daban otra utilidad al nuevo invento fotografiando a una prostituta y a un ladrón que habían sido detenidos. Acababan de realizarse los primeros retratos policiales. Su objetivo: identificar a los delincuentes para su control y, en su caso, para facilitar su captura.
Todos hemos visto en los western americanos esas fotografías en los famosos carteles “Wanted Dead or Alive” ofreciendo una recompensa en dólares por un forajido que siempre tiene mala pinta, o en las películas policiacas esas interminables galerías fotográficas que un agente enseña al testigo de un delito para identificar al malhechor.
En la actualidad no solo vemos de frente y perfil esos rostros, hasta ese momento anónimos, en carteles o en medios de comunicación. En la era de la información, de internet y de la fotografía digital, también salen a la luz las fichas policiales de los personajes más famosos que, por la presunta o no comisión de los más variopintos delitos, han pasado alguna vez por una comisaría. Las fotos numeradas de actores de cine y televisión, empresarios, políticos, deportistas o nuestras idolatradas estrellas del rock, circulan por internet y son recopiladas con todo lujo de detalles adicionales en webs como “the smoking gun”, a la que pertenece la de Jim Morrison que encabeza la entrada, o en libros como “Fichados. Una historia del siglo XX en 366 fotos policiales” de Giacomo Papi (Alba, Colección Freak Nº 3, 2007).
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