Estaba viendo el primer capítulo en una conocida plataforma la serie El apagóny al instante me vino a la mente un temazo de los ochenta de una banda española. Total, para qué continuar con la serie si me podía pinchar uno de mis discos y bandas preferidas, una de esas que me han acompañado desde guacho, que hacía tiempo que no ponía en el plato. Hay prioridades.
Conforme iban sonado cada uno de los temas en el tocadiscos y escuchando detenidamente las letras, joder como qué tenemos los mismos problemas que hace cuarenta y un años: la vida perra de los músicos, la guerra fría, los que se creen o realmente están por encima del bien y del mal, el paro juvenil, la contaminación en general y de los mares en particular, el sometimiento tecnológica o el despertar de la masa ante las injusticias. Menos mal que siempre queda ese mensaje de que todo se puede arreglar. Ya, pero ¿cuándo?
El paso de ser miembro de banda o bandas más o menos de éxito a intentar llevar con el mismo éxito una carrera en solitario no siempre lleva acarreado el éxito anterior.
Si en 1982 alguien me hubiera preguntado cuáles eran los nueve temas que más me gustaban del heavy rock español, cuatro de ellos están en este recopilatorio mítico, del que ya os hable ligeramente hace unos años aquí al comentar los de Chapa Discos entre 1879 y 1985.
Hace unos días me despachaba a gusto asegurando que “la verdadera movida fue la del rock urbano y la del heavy metal”, y, aunque os parezca raro en mí, hoy quiero desmarcarme, para compensar, con uno de los trabajos más emblemáticos de la “otra movida”, amada u odiada a partes iguales, pero no exenta de excelentes canciones y discos como alguno de Radio Futura, Gabinete Caligari o La Mode. Vinilos que también llamaron mi atención. Eran los ochenta, eramos jóvenes y probamos de todo...
1982 fue el año del cambio de Felipe González, el del infantil Naranjito, el del estacazo de la Selección en nuestro Mundial de fútbol, el de la aparición en el mercado del CD, en el que el Villa dividió el trofeo en tres categorías: jazz-rock, pop y rock duro, y un año muy importante para el rock español en general y en especial para el heavy.
Muy importante para el rock porque la gira “Rock & Ríos” vino a rejuvenecer y modernizar el rancio mundo del espectáculo en España. Miguel Ríos marcó el camino a seguir para la organización, realización y ejecución de futuros espectáculos musicales, a aparte de grabar uno de los mejores directos de la música española. Los Leño firmaban con Corre, Corre un trabajo fino, sencillo y auténtico que, por desgracia, vino a ser el último de la banda y, por suerte, daba pie al inicio de la carrera en solitario del gran Rosendo.
También fue el año en el que apareció un disco importante, inteligente e irreverente, con un sonido denso e intenso El Acto de Parálisis Permanente la banda de Eduardo Benavente. Lástima de aquel fatídico accidente de tráfico que acabó con la vida de Eduardo y con una prometedora carrera musical.
Especial para el heavy, ya que por primera vez un movimiento musical se desarrollaba en España casi o al mismo tiempo que lo hacía en el exterior. Mientras en la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) el peso lo llevaban, entre otros, bandas como Iron Maiden, Judas Priest, Saxon, Venom, Diamond Head o Tank, aquí les mirábamos de reojo pero hacíamos lo propio, salvando o no las distancias, con Barón Rojo, Obús, Panzer, Zarpa, Mazo o Satén.
Sin dudarlo, uno de los tres discos que me llevaría a una isla desierta sería el Volumen Brutal. Los otros dos dependería de con qué pie me hubiera levantado ese día. Es el disco que me convenció para decantar mis preferencias musicales hacía el rock, y éste cuanto más duro mejor, y, en cierto modo, marcó mi actitud para hacer las cosas.
¿Qué decir que no se haya dicho ya? Nada. De hecho no voy a entrar en detalles ya que todos conocemos este trallazo.
SATÉN fueron un cuarteto del barrio madrileño de Usera cuyo origen hay que buscarlo en la banda MOON, compuesta por los hermanos Alberto (guitarra, compositor) y Pedro Martín Villalba (batería), Carlos Navascues (bajo) y Manolo Hernández (voz).
En 1975, Moon consiguen meter un tema propio “What a child” y una versión del “Paperback writer” de los Beatles, en la primera entrega del mítico recopilatorio ¡Viva el Rollo! También, en el mismo trabajo, fueron la banda de acompañamiento de dos temas de los Stones que cantó Mariscal Romero: “Jumpin jack flash” y “Honky Tonk Women”. No sólo acompañaron al Mariscal en este disco, sino que algún tiempo lo hicieron en el “Mariscal Romero show”. Además, con los dos primeros temas de cada uno de ellos salió el único single promocional del ¡Viva el Rollo!
En diciembre de 1978, Chapa les lanzó su primer y único trabajo en solitario, un single con los temas “¿Por qué os portáis así?” y “Huyendo”, compuestos y cantados por Alberto, ya que Manolo había abandonado el grupo.
Todo parecía prever que Moon grabarían su primer larga duración con Chapa, pero lo hicieron bajo el nombre de Satén y con Columbia.
Para la ocasión el trío se convierte de nuevo en cuarteto al reclutar a un nuevo cantante del que no os puedo indicar nada más ya que en el vinilo que tengo no viene más información que las letras en la contraportada y los compositores de los temas en los labels del disco. En algunos sitios consultados hablan de un tal Agustín, y en tres de los temas del disco aparece un segundo compositor de nombre Juan Carlos Martín del Cura, que bien podría ser el cantante en el disco. Si alguien nos saca de dudas se agradecería.
El resultado 10 canciones de un elegante, guitarrero y marchoso hard rock con toques bluseros, que en varios pasajes me recuerdan tanto en su sonido como en la voz a los Asfalto, recogidos bajo el sugerente título de “La fuerza del Rock and Roll”. Un buen trabajo que se deja oír, en el que se nota la entrega de la banda forjada durante años pateándose los escenarios de Madrid y su periferia, del que destaco los dos temas que fueron editados en sendos singles, el que abre y le da título al disco y, sobre todo, “Vas a oír” el más heavy.
Tras “La fuerza del Rock and Roll”, nunca más se supo de Satén, por lo que este álbum cayó al olvido, de donde merece la pena ser rescatado y darle una oportunidad. Así sea.
Hace meses el amigo Nortwinds nos convocaba en su Motel Bourbon para elegir los mejores discos de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM).
Seleccioné nueve editados entre 1980 y 1982, que creo fueron los mejores años de este movimiento, más uno de 1984. Hablar de la NWOBHM es hablar de heavy metal y hablar de heavy metal es hablar de Iron Maiden. Poned en el orden que os guste sus tres primeros trabajos y tenéis el cuadro de honor de la lista.
Los siete restantes para siete extraordinarias bandas y trabajos, algunas de las cuales aún siguen en activo, y algunas tan influyentes posteriormente como Diamond Head.
Es de justicia mencionar un recopilatorio que supuso todo un impulso al género “Metal For Muthas”. Editado en febrero de 1980 se muestran los primeros trabajos de un puñado de las bandas más destacadas del movimiento, incluidos dos de las primeras grabaciones de los Maiden: "Sanctuary" y "Wrathchild", pero con distinta grabación que en los discos en los que aparecieron. Además el álbum sirvió de base para realizar una gira con algunos de las bandas que participaron en el disco. Tal fue el éxito, que ese mismo año se comercializó un segundo volumen aunque con bandas de menos calidad.
1. Iron Maiden – The Number of the Beast
2. Iron Maiden – Iron Maiden
3. Iron Maiden - Killers
4. Angel Witch – Angel Witch
5. Saxon – Wheels of Steel
6. Diamond Head – Lightning to the Nations
7. Tygers Of Pan Tang – Wil Cat
8. Raven – Rock Until You Drop
9. Tokyo Blade – Night of the Blade
10. Tank – The Power of the Hunter
11. VVAA – Metal for Muthas Volumen I y II
Por cierto el resultado de la encuesta de los mejores álbumes de fue encabezado como por ...
Sí, tengo y me encantan todos los trabajos de este tío en vinilo. Del primero “Ramoncin y WC?” hasta el “Al límite, vivo y salvaje” incluido, en cuyo concierto de parte de la grabación, la que se hizo en la sala Jácara de Madrid, tuve la suerte de estar. Del resto de trabajos musicales, ya comercializados en formato cd, más intimistas, mucho menos roqueros y de menos calidad, mejor lo dejamos para otro día.
Considero que Ramoncín llevaba, hasta el directo, una de las carreras más serias, curradas, sólidas y coherentes del rock español, que no puede ser ensombrecida por sus apariciones posteriores en algunos programas de televisión o por su paso por la SGAE. Por cierto, no me perdía el “Lingo” concurso que presentaba en la 2 de tve.
Y aunque para mí su mejor disco fue “Arañando la ciudad” hoy he escogido, por motivos sentimentales “¡Corta!”. El tema que cerraba el disco “El circo del rock” nos sirvió de título y sintonía para un programa de radio que hicimos durante unos meses, creo recordar que entre el 83 y 84, en la emisora local conquense Radio Bigarda (Libre). Ha llovido desde entonces…
Los temas siguen el patrón marca de la casa: rock guitarrero, con piano y armónica incluidos, más letras con fuerte carga social en los que se retratan los más variopintos personajes y escenarios marginales de los ochenta en los que, por supuesto, se mezclan el sexo, las drogas-alcohol y el R&R. Canciones como “Valle del Cas” o “Sal de naja” forman parte de lo mejor de Ramón y de la historia del rock español. Y entre ellas una de mis favoritas de siempre, la subidita de tono “Canciones desnudas”, no os la perdáis.
El disco producido por Hispavox, fue realizado y dirigido por Ollie Halshal y el propio auto. Grabado y mezclado en los estudios Hispavox entre abril y mayo de 1982, contó con José María Díez como ingeniero de sonido.Colaboraron metiendo guitarras Salvador en “Calles oscuras”, Rosendo en los temas más roqueros “Valle del Cas” y “El circo del rock”, y un tal Rockin Raymond metiendo bajo en todos los temas, identidad con la que se intentó ocultar a Boz Burrell (fallecido en 2006), bajista de King Crimson o de Bad Company, aunque finalmente su compañía se acabó enterando del asunto y casi lo largan. Completaban los músicos que grabaron el disco el citado Olli Halshal a la guitarra, Zanna Gregmar al piano y Bolle Gregmar a las baquetas, siendo acompañado en varios temas por Juan Perujo.
Encarte y detalle de la contraportada donde se oberva
la silueta de Boz Burrel en una foto de la grabación
Por no dejar a nadie sin citar, de Diana Polakov es el diseño de la carpeta y las fotos, incluida la famosa de la portada en la que se aprecia a un Ramoncín satisfecho dentro de su chupa de cuero, clavel rojo en la solapa y muñequera –de las que nos hacíamos comprando el cuero, remaches y las tachuelas en una guardicionería que había en la plaza de Pontejos (aún conservo alguna)- y por último, que no “el último”, a Tony Luz que realizó la capeta.
El trabajo fue dedicado como reza el encarte que contiene las letras y créditos del disco a: “Green Peace, Amnistía Internacional, Solidaridad, FMLN y a todas las personas que en el mundo luchan por LA JUSTICIA Y LA LIBERTAD”. Ahí queda eso.
Por cierto, el disco me costó 550 pelas.
Amig@s viniler@s una buena propuesta para este finde. Sed felices, es una orden.
Si miramos el panorama musical actual, te das cuenta de que casi todas las bandas de rock que había o se formaron en los ochenta o han vuelto a reunirse tras años de inactividad -es un decir ya que ninguno vuelve con la formación original-, o han vuelto sin haberlo dejado del todo –desapariciones/apariciones intermitentes- o nunca han dejado el circo, ni en los tiempo difíciles, tanto si les ha ido de puta madre, bien, regular o han recibido palos de la industria, la crítica, los medios y, por qué no, del público.
Mi época punki fue escasa pero intensa, consistiendo, básicamente, en unos fines de semana con cresta, un par de conciertos, imperdibles y el resto de accesorios, y pillarme lo que podía de los Pistols y de los Clash. Ni que decir tiene que desconocía por completo la escena punk nacional y, la verdad, tampoco hacía nada por encontrarla, hasta que un buen día, escuché no sé donde, una extraordinaria y muy personal versión en castellano de “Héroes” de Bowie.
El éxito de la aventura londinense de los barones con la grabación y presentación internacional de “Volumen Brutal quiso repetirse con el tercer y último disco de estudio de Leño, para mí la mejor banda de rock que ha tenido este país.
¿Valió la pena esta movida? Pues depende. Por un lado la proyección en Inglaterra duró lo que se tardó en publicarse en la revista Karrang una devastadora crítica, pero, por otro, se trajeron debajo del brazo un excelente trabajo de producción realizado por Carlos Nerea, que sustituyó a Teddy Bautista, en los estudios Kinsway Records, propiedad de Ian Gillan, donde Rosendo hizo realidad el sueño de conocer y compartir una tarde con unos de sus ídolos Rory Gallagher, quién quedó gratamente sorprendido por el sonido que salía del set de grabación de la banda.
Sin lugar a dudas, The Number of the Beast es uno de los mejores discos del Heavy Metal, de la NWOBHM, o del ROCK en mayúsculas.
Aunque es uno de los LP que más acaricia la aguja del mi tocadiscos, me daba cosa traerlo aquí, qué decir de él que no se haya dicho o escrito ya. Este último motivo es por el que me he decidido, y no por leer una crítica del tercer disco de los Iron Maiden, el primero con Bruce Dickinson, en una revista, portal o blog especializado. Para mi fue una sorpresa leer este pasado verano una crítica del disco en una novela.
A raíz de la publicación en Rock The Best Music de una lista con los mejores discos del año 1982, comentábamos en Twitter que también fue una buena cosecha para el Heavy Metal.
Chad Bowar, periodista del portal norteamericano About, propiedad de The New York Times, publicó su lista personal de los mejores álbumes del Heavy Metal del año 1982.
El cuadro de honor no admite sorpresas, estando configurado por el álbum que dio origen (oficial) al Black Metal, uno de los discos más potentes de los Judas Priest, y, en lo más alto, y como no podía ser de otro modo, una obra maestra del género que no necesita presentación.
Por mi parte sólo dos peros, dos gratas sorpresas y varios recordatorios.
Peros: no aparecen en la lista ni “Volumen Brutal” ni “Poderoso como el Trueno” de mis adorados Barón Rojo y Obús.
Gratas sorpresas: la aparición en la lista de Raven y, sobre todo, de Tank, dos de los grupos menos conocidos de la NWOBHM, movimiento que acapara más del 50% de la lista.
Recordatorios: en 1982 también se publicaron “Restless and wild” de Accept, el excepcional “Creatures of the night” de Kiss, “Seak of the devil” del amigo Ozzy, y “Borrowed Time" de los míticos Diamond Head, que perfectamente podrían formar parte de la lista.
1. Iron Maiden - The Number Of The Beast
2. Judas Priest - Screaming For Vengeance
3. Venom - Black Metal
4. Scorpions - Blackout
5. Motorhead - Iron Fist
6. Anvil - Metal On Metal
7. Twisted Sister - Under The Blade
8. Raven - Wiped Out
9. Tank - Filth Hounds Of Hades
10. Manowar - Battle Hymns
La entrada de hoy, que los viernes comparto con la Comunidad del #FFVinilo, está dedicada a un álbum que en su día paso sin pena ni gloria, pero que actualmente, debido a su corto tiraje, escasas ventas y rareza, se ha convertido en un vinilo cotizado entre los coleccionistas.
Mazo fue uno de esos tantos grupos que se forman, sacan al mercado un álbum, y luego desaparecen. La cosa es así de sencilla o así de complicada, según se mire.
El origen del grupo, de composición clásica con guitarra, José Miguel Martínez; bajo, Julio Díaz; y batería, Manolo Caño –que venía de la primera formación de Obús-; se sitúa en el Madrid de 1981, el del rollo, el de la movida y el de los primeros pasos del heavy en España. El grupo llama la atención de Mercury (filial de Fonogram) y en abril de 1982 graban en los estudios Doublewtronics de Madrid su primer y único disco.
El resultado es un sonido atrayente e irregular mezcla de heavy, rock urbano y rock clásico, en el que da la impresión de no tener claro a qué se quería sonar, cuestión importante pero, por otra parte, lógica en un primer disco de cualquier grupo.
Nueve temas compuestos por José Miguel, del que se sacaron dos singles, uno con “Balada cafre”, un tema potente y pegadizo, para mí, el mejor del disco, y un segundo con las dos partes de "Vive la música", que, en la misma línea del resto de canciones, no calaron hondo entre los rockeros y metalheads de la época, si en un servidor que aún sigo escuchando a menudo este LP.
Igual de interesante que la música de Mazo, es la portada del disco, obra de Carlos Greus, que ya de inicio refleja la temática de lo que nos vamos a encontrar dentro. No me digáis que no os llama la atención ese azul chillón de la carátula con esa calavera fumeta calzada con una macarrónica gorra de cuero.
Parece ser, según nuestrorock80, que en el 83 ya tenían varios temas compuestos para un segundo LP, llegando incluso a convocar a los medios de comunicación a un mini concierto para presentarlos. Pero, en última instancia, la compañía rescindió el contrato y no editó el disco, lo que provocó la disolución del grupo, recalando Julio en Santa y después en Sangre Azul, y Manolo en Tritón.